Unas de las peculiaridades que tiene el recinto de nuestra Catedral es, precisamente, la fila de columnas bajas que circunvala a este magno edificio.
Aunque pensemos que pudieran cumplir una función estética o una simple función de seguridad ante el tráfico de la zona, nada más lejos de la realidad.
El conjunto de columnas y cadenas que rodean la catedral forman el límite jurisdiccional dentro del cual, incluido el edificio y acerado, el Arzobispo de Sevilla ejercía su poder.
Alrededor del edificio hay más de ciento cincuenta columnas, cada una distinta de las demás.
Si tenéis un poco de tiempo, fijaos bien en ellas y podréis disfrutar de los distintos materiales que la forman, los distintos colores, las distintas formas de unirse entre ellas y las distintas cadenas que las unen.
Una de las cosas que más me gusta cuando paseo por allí es tocarlas con las manos y sentir el paso de los siglos por sus frías rugosidades.
Muy interesante - very interesting again, thanks. Me gusta leer el espanol in this blog.
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