Estas chimeneas que vemos pertenecen al Monasterio de la Cartuja, un monasterio, abandonado, que se restauró para la Exposición Universal de 1992.
El comerciante Carlos Pickman, compra en 1840 el monasterio para transformarlo en 1841 en lo que más fama y renombre ha dado al lugar, una fábrica de loza y porcelana.
Al principio de su funcionamiento la fábrica se adaptó al edificio siendo respetuoso con el mismo, pero la demanda de producción de loza terminó por utilizar todos los restos edificados sin piedad. En esta fecha es cuando se levantan los diez hornos de botella que dan originalidad al conjunto monumental de los que sólo quedan en pie cinco y unas cuantas chimeneas. La fabricación de loza y porcelana estuvo funcionando en el monasterio hasta 1982, fecha en que es desalojado.
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