El Archivo General de Indias destaca este mes la historia de dos mujeres que se dedicaron al comercio en la ciudad de Sevilla entre los siglos XVI y XVII. La ciudad se convirtió en la puerta de Indias a principios del siglo XVI. Como punto de unión entre dos mundos y lugar estratégico, en Sevilla se concentraron importantes figuras relacionadas con las artes y la literatura.
Existieron mujeres con un papel protagonista en los envíos al nuevo mundo que, comúnmente, han sido obviadas en los estudios generales sobre comercio.
Solían estar limitadas al espacio doméstico y aprender el oficio en el propio hogar. Gracias a la documentación conservada el Archivo General de Indias se sabe que muchas ejercieron el papel principal al frente del negocio. Destacan dos mujeres ligadas al comercio con América, concretamente al ámbito de la imprenta y la comercialización de libros.
La primera es Brigida Maldonado, viuda del impresor Juan Cromberger, de origen alemán. Cromberger fue dueño de la imprenta más importante de Sevilla. A su muerte, hacia 1540, su viuda se hizo cargo del negocio y de sus nueve hijos. Entre los años 1540-1545 gestionó la imprenta, al ser el mayor de sus hijos aún demasiado joven.
Demostró un amplio dominio del oficio y continuó el buen ritmo de producción del taller, imprimiendo textos espirituales o relacionados con la Reforma protestante. Sin embargo, fueron impresos con el colofón de su marido. Probablemente, con ello buscó mantener el prestigio del negocio. Constan únicamente un par de ejemplares en los que los colofones aluden a la desdichada viuda o a la triste Brígida Maldonado.
La segunda es Ana Vernegali, o Bernegal, quien a inicios del siglo XVII participó en el comercio transoceánico. Enviaba libros, pero también pinturas, estampas o dibujos. Vernegali aparece en la documentación' como cargadora, en documentos fechados entre 1603-1607.
Se desconoce si su marido, un reconocido comerciante milanés afincado en Sevilla, Juan Francisco Fontana, murió o estuvo incapacitado. Ana gestionó el negocio familiar actuando como cargadora durante cuatro años ante a la Casa de la Contratación.
Además, fue dueña de medio navío. Un estudio futuro podrá descifrar si existió un nexo entre Vernegali y Lope de Vega. El escritor dedicó a Doña Ángela Vernegali la Segunda parte de las Rimas, publicadas en 1604 en Sevilla. Curiosamente en este momento ambos se encontraban en la misma ciudad. Quizá Lope agradeció así a Vernegali los cuidados recibidos cuando estuvo enfermo entre 1602-1603.
Estos dos casos sirven para ejemplificar el silenciado, y no por ello inactivo, papel de la mujer en etapas pasadas en el ámbito social, cultural y comercial.
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