¿Acaso mentía el gran Silvio Fernández cuando decía que "Sevilla no tiene que demostrar que es la ciudad más bonita del mundo"? Así es Sevilla, un lugar que enamora por sus rincones únicos, piedras antiguas y cantes hondos que se mezclan entre históricos palacios reales y soleadas alamedas, una ciudad que se mece sobre las plateadas aguas del Guadalquivir y es acunada por un cielo tan luminosamente azul que merece escribirle los versos más bellos del mundo.
sábado, 9 de agosto de 2014
viernes, 8 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (8): Lápidas sepulcrales.
Esta sepultura es de Don Gonzalo Morán de Chaves y Doña Ángela de Herver y Angute, naturales de Sevilla.
jueves, 7 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (7): El acceso a las cárceles.
A los pies de la iglesia y flanqueadas por los altares de la Virgen y San Fernando, nos encontramos con un apuerta que da a cceso a las antiguas cárceles, lugar donde se supone que sufrió su martirio San Hermanegildo.
Una placa así lo atestigua. Esta placa está acompañada por dos óleos donde se ve al santo, en uno, apareciéndosele la Virgen, y, en otro, abrazando a Jesús en la cruz.
miércoles, 6 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (6): Altar de la Virgen.
Frente al altar de San Fernando podemos ver este altar cuya figura central es la Virgen con el niño en brazos. Está acompañada por San Bernardo y por San Felipe Neri.
martes, 5 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (5): Altar de San Fernando.
Sobre la misma pared lateral que el anterior, pero situado en un punto más lejano del Altar Mayor, nos encontramos con este altar dedicado a San Fernando, el patrón de nuestra ciudad.
lunes, 4 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (4): Altar de San Juan Nepomuceno.
Apoyado sobre la pared de la izquierda de la nave de la iglesia nos encontramos con dos altares pequeños. El más cercano al Altar Mayor es éste que tiene las imágenes de San Juan Nepomuceno a la izquierda, San Antonio Abad en el centro y San Francisco Javier a la derecha.
domingo, 3 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (3): el Altar Mayor.
El retablo mayor, en madera de roble en su color, tiene tres cuerpos con ornamentación pictórica, relacionada con el estilo de Alonso Vázquez y en él destaca una elegante escultura del Santo Titular, en madera policromada, cuya prestancia y buena calidad hicieron atribuirla gratuitamente a Montañés.
sábado, 2 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (2): La fachada.
La Iglesia de San Hermenegildo es del siglo XVII, en cuyo interior subsiste una pequeña capilla donde la tradición asegura que este Santo sufrió prisión. No sólo cuidó su Hermandad del culto en su capilla, sino que fundo un hospital dedicado al Santo Rey, que estuvo en la collación de San Julián, calle del Azofaifo.
Cuando en 1787 tuvo lugar la reducción de hospitales, este de San Hermenegildo quedó en poder de su Hermandad, y de él labraron dos casas para su renta. Atraidos por la santidad del sitio, algunos sacerdotes y devotos se instalaron allí, entregados a una vida de penitencia como anacoretas, y tanto aumentó su número que el Duque de Alcalá (Hermano Mayor y protector de la Hermandad, alcalde perpetuo de todas las torres de las murallas de Sevilla) concedió espacio dentro de dichas torres para ampliar las celdas.
Con todo y con eso el acomodo resultaba insuficiente, pues hubo de edificarse nueva capilla, para lo cual el Municipio otorgó el terreno solicitado, por auto del año 1606. Alma de dichos trabajos fue el V. P. Cristóbal Suárez de Ribera (a quien por esta acción sepultaron en la nueva capilla mayor y en ella pusieron su retrato, hoy en el Museo de bellas Artes, que algunos estiman ser obra juvenil de Velásquez).
El templo se estrenó con la mayor solemnidad en 1616, invirtiéndose en la hechura más de 20.000 ducados. Por otra parte consta que la Hermandad de San Hermenegildo estuvo primeramente agregada a la Sacramental de San Julián, hasta que en 1598 se trasladó a este sitio, a instancias del referido Cristóbal Suárez.
En el exterior hay una lápida en latín que significa: “Oh tú, cualquiera que pasa venera rendido este lugar, consagrado con la sangre del Rey Hermenegildo”.
viernes, 1 de agosto de 2014
La Iglesia de San Hermenegildo (1): la Puerta de Córdoba.
El hallazgo de una inscripción de 1871 en el Registro Único de la Propiedad de Sevilla reconoce como propietaria de pleno dominio de la Puerta-Torre de Córdoba a la más de siete y media veces centenaria Hermandad de San Hermenegildo.
Esta Hermandad, ligada desde su fundación en 1248 y en la Reconquista de San Fernando, al visigodo católico San Hermenegildo, a su sacrificio, y al lugar en el que fue encarcelado y muy posiblemente ejecutado por orden de su propio padre por defender la fe a la que se había convertido cuida desde hace siglos de este lugar sagrado.
Para conocer la historia de esta iglesia es imprescindible adentrarse en la Puerta de Córdoba acompañados de la biografía de San Hermenegildo, nacido en el año 564 en Sevilla, según algunos historiadores. Estamos en la España visigótica regida por el acérrimo arriano Leovigildo, casado con la católica Teodosia, hermana de San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina, con la que tuvo dos hijos: Hermenegildo y Recaredo antes de enviudar y volver a contraer matrimonio con Gosvinda, arriana también, que según el Papa San Gregorio, fue la causante de una de las persecuciones más virulentas contra los católicos.
El matrimonio de Hermenegildo con la princesa católica Ingunda, su envío a Sevilla como corregente de la Bética y la catequética influencia de su tío San Leandro fueron vitales para que adjurase del arrianismo y recibiera el bautismo católico, consiguiendo, a la vez, el apoyo de los hispanorromanos católicos de Sevilla. Hecho que desencadenó la ira de su padre, que intentó que Hermenegildo apostatase de su nueva fe y asedió la ciudad durante dos años hasta que apresó a su hijo, que encarceló en el espacio que hoy es la torre de la Puerta de Córdoba de las primeras murallas romanas.
Hoy, en este torreón superviviente, el pequeño oratorio de dos metros de largo por uno de ancho y dos de alto, con magnífico artesonado mudéjar que conserva sus colores rojos, azules y oro... recuerda la devoción que se le tuvo a San Hermenegildo en Sevilla. Esta joya de capillita se hizo sobre el calabozo del centro de la torre, «en cuya estrecha concavidad igualmente se admira y se conserva la espantosa cárcel y rigurosa prisión de nuestro Santo Rey», recogen las Reglas y estatutos de la Hermandad, presentadas el 24 de marzo de 1687 al Rey Carlos IV, para actualizar las anteriores.
En ese ínfimo reducto, que queda ahora para la investigación de expertos e investigadores, bien pudo recibir el martirio San Hermenegildo tras negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano el 13 de abril del año 585. Ahí pudo elevar la cruz con la que aparece en su iconografía mientras sufría el «golpe con la hacheta o segur que descargó sobre su sagrada cabeza el malvado capitán Sigisverto».
El matrimonio de Hermenegildo con la princesa católica Ingunda, su envío a Sevilla como corregente de la Bética y la catequética influencia de su tío San Leandro fueron vitales para que adjurase del arrianismo y recibiera el bautismo católico, consiguiendo, a la vez, el apoyo de los hispanorromanos católicos de Sevilla. Hecho que desencadenó la ira de su padre, que intentó que Hermenegildo apostatase de su nueva fe y asedió la ciudad durante dos años hasta que apresó a su hijo, que encarceló en el espacio que hoy es la torre de la Puerta de Córdoba de las primeras murallas romanas.
Hoy, en este torreón superviviente, el pequeño oratorio de dos metros de largo por uno de ancho y dos de alto, con magnífico artesonado mudéjar que conserva sus colores rojos, azules y oro... recuerda la devoción que se le tuvo a San Hermenegildo en Sevilla. Esta joya de capillita se hizo sobre el calabozo del centro de la torre, «en cuya estrecha concavidad igualmente se admira y se conserva la espantosa cárcel y rigurosa prisión de nuestro Santo Rey», recogen las Reglas y estatutos de la Hermandad, presentadas el 24 de marzo de 1687 al Rey Carlos IV, para actualizar las anteriores.
En ese ínfimo reducto, que queda ahora para la investigación de expertos e investigadores, bien pudo recibir el martirio San Hermenegildo tras negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano el 13 de abril del año 585. Ahí pudo elevar la cruz con la que aparece en su iconografía mientras sufría el «golpe con la hacheta o segur que descargó sobre su sagrada cabeza el malvado capitán Sigisverto».
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