Las congregaciones marianas eran asociaciones de fieles de espiritualidad ignaciana, de las que existían varias, cada una especializada en un grupo social. Una de ellas es la Congregación Mariana de María Inmaculada y San Luis (Los Luises) que se ocupaba de la vida cristiana de jóvenes varones en su mayoría universitarios. Existió antes de 1868, fue restaurada en 1880, y se formó definitivamente el 21 de Junio de 1899.
Esta congregación necesitaba un local propio, que fue encargado al célebre arquitecto Aníbal González (1876-1929), siendo bendecida la capilla el 8 de mayo de 1920, después de cuatro años de diseño y construcción.
El inmueble, de estilo neogótico italiano, consta de dos y tres plantas de altura, y usa el ladrillo tallado, minuciosamente trabajado, en los elementos ornamentales de la fachada, concentrándose en especial en la excelente portada coronada por delicados arcos polilobulados y en las alargadas cenefas que recorren toda la fachada, compuestas con motivos vegetales y diminutas figuras, una de ellas, un lagarto de la cenefa inferior que los viandantes tienen desgastado y decapitado de tanto acariciarlo como un fetiche de la suerte. Exteriormente el edificio acaba en una torre-mirador de base cuadrada abierta por los cuatro lados y rematada por una alta crestería neogótica, en uno de los extremos.
Existe una ventana con triple arco junto a la puerta principal. Dicha ventana tiene, a su vez, cuatro columnas que las enmarcan. Bajo cada una de ellas y talladas sobre el ladrillo visto que adorna la fachada del edificio podemos ver cuatro formas diferentes fácilmente identificadas. Se trata de los cuatros seres vivientes que acompañaron en el románico y en el gótico al Maiestas Domini o Cristo en Majestad en muchos de los tímpanos de nuestra iglesias medievales.
Se trata del conjunto de seres que según el Libro del Apocalipsis aparecerán alrededor del trono de Cristo en el momento dela segunda venida.
Se trata de las cuatro formas que, posteriormente identificaremos con los cuatro evangelistas: el león que representa a San Marco, el toro que representa a San Lucas, el águila que representa a San Juan y el hombre que representa a San Mateos. Todos ellos están alados por lo que el hombre puede confundirse con un ángel.