Aquel que se acerque por primera vez a la Giralda y se fije en su base, justo en la esquina que da a la Plaza Virgen de los Reyes y converge con la calle Cardenal Carlos Amigo Vallejo, se daría cuenta de hay allí colocadas dos lápidas de mármol que poco o nada tienen que ver con el resto de la construcción almohade.
Se trata de dos placas de mármol con inscripciones latinas pertenecientes a sendos ciudadanos de la Bética, que pasaron por nuestra Hispalis en el siglo II d.C., ciudad conocidamente todo el mundo romano entonces como la Colonia Julia Romula Hispalis, denominación que se atribuye a Julio César, que fue “el instaurador de Hispalis, a la cual dio el nombre de Julia Rómula haciéndolo derivar del suyo y del de Roma".
Estas placas fueron registradas por primera vez por Ambrosio de Morales a mediados del siglo XVI quien relataba que, durante la remodelación de la Iglesia Mayor de Sevilla, se dejaron al descubierto los cimientos de la Giralda que los musulmanes habían construido reutilizando otros pedestales como este.
Con posterioridad, la inscripción volvió a quedar semisepultada y en esta situación se encontraba hasta hace unas décadas, cuando se realizaron obras en la calzada, las placas quedaron de tal manera que el epígrafe puede ser leído en su totalidad.
Entre 1996 y 1998 fueron realizadas unas excavaciones de urgencia con catas a los pies de la torre campanario de la Catedral Metropolitana de Sevilla. Se comprobó entonces que el primer proyecto de construcción del minarete de la mezquita, obra del arquitecto Ibn Basso en 1184, se había emprendido abriendo una zanja de cimentación en forma de V hasta la cota de 3,5 m bajo el suelo actual. Ésta se había rellenado con una capa de argamasa de aproximadamente un metro de espesor y sobre ella, una vez nivelada, se había dispuesto una primera hilada de sillares a tizón, con las esquinas reforzadas a soga en las cuatro hileras de piedras que hoy podemos contemplar antes de que la torre se elevase con construcción de ladrillos, siguiendo el segundo de los proyectos arquitectónicos aplicados, el de Alí al Gomarí en 1198.
Los constructores utilizaron en la primera hilada construida en superficie, para reforzar las esquinas, una serie de pedestales romanos que procedían presumiblemente del antiguo foro comercial (actual zona de los Alcázares) de la romana Hispalis.
Las excavaciones permitieron comprobar que éstos no eran los únicos pedestales que se reutilizaron en la construcción del alminar. Embutidos en el aparejo a la misma cota que los conocidos se hallaban otros cinco: dos haciendo la esquina NO y otros dos en el ángulo SE. En la cara sur de la torre se documentó además un séptimo pedestal contiguo al de la esquina SE, y por tanto de anómala ubicación, cuyo epígrafe resulta ilegible. De hecho todos los pedestales descubiertos ahora, excepto dos de ellos, tenían en común la particularidad de que por su posición lateral era imposible acceder al texto epigráfico que presuntamente contenían.
Son, pues, siete los pedestales que hoy se pueden ver embutidos en la fábrica de la Giralda; todos, excepto uno, en los ángulos de la misma. A estas basas de estatua que se pueden contemplar en el cuerpo de la torre habría que sumar los dos que presumiblemente existen en el ángulo SO y que no son visibles, pues se hallan en el encuentro entre la cara oeste de la Giralda y la catedral gótica, aunque es posible sacarlos a la luz, sin gran dificultad técnica, con sólo excavar dentro de la catedral, en la zona que hoy sirve de acceso de los turistas a la afamada torre. Con ellos, el número total de piezas romanas ascendería al menos a nueve.
Antes de la excavación se conocían ya en la base de la torre dos de estos pedestales romanos, que estaban dispuestos haciendo esquina en el ángulo NE de la Giralda. Ambos contenían inscripciones que nos hablan de que los scapharii hispalenses o Romulae consistentes, o sea los propietarios de esquifes con sede en esta ciudad, quienes honraron a dos agentes de la administración. Nosotros en estos artículos vamos a hablarles de tres de ellos, que son de los que tenemos más información.
Hoy vamos a presentar a la primera de ellas, la de la cara norte, y cuyo texto dice los siguiente:
L. CASTRICIO Q. F.
HONORATO P. P.
HOMINI BONO
SCAPHARI
ROMUL. CONSISTOR;
INNOCENTIAM
ET SINGULAREM
JUSTITIAM EIUS
D. S. P. P.
A Lucio Castricio hijo de Quinto
Honorato, primipilo
y hombre bueno,
los navegantes
del municipio de Rómula
por su probidad
y singular justicia
dedicaron a su costa este recuerdo.
(Siglo II d.C.)
El primipilo era el centurión que comandaba la primera centuria de la primera cohorte de una legión romana. Era el rango más alto que podía alcanzar un soldado raso en el ejército romano. En este caso Lucio Castricio tuvo que ser un personaje relevante en nuestra ciudad par recibir tal honor de sus soldados de navíos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario