Mostrando entradas con la etiqueta Antonio el Sevillano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antonio el Sevillano. Mostrar todas las entradas

martes, 10 de abril de 2018

La fuente dedicada a "Antonio el Sevillano".




Existe en la Macarena, entre la Avenida de Sánchez-Pizjuán y la Calle del Doctor Fedriani, una pequeña calle peatonal con nombre propio, "Antonio el Sevillano". Allí, en uno de sus extremos nos encontramos esta coqueta cuenta dedicada a este gran cantaor flamenco.

La fuente, tal como indica un texto escrito dentro de la fuente, fue levantada por D. Joaquín Sánchez Blanco el 1 de Septiembre de 1989.


Antonio Pérez Guerrero, cantaor payo, más conocido por el nombre artístico de "el Sevillano", nació en Sevilla (en la macarena calle Macasta) en el año de 1909 y murió en Alcalá de Guadaira en 1989. Destacó por sus fandangos personales y de estilo creativo propio, dándolos a conocer en el mundo del flamenco por los fandangos del Sevillano, que fue lo que más cantó por su grandeza de expresarlos.


Vivió en Alcalá de Guadaira desde los nueve años hasta que hizo el servicio militar, y allí aprendió a cantar junto a Joaquín el de la Paula, a quien consideraba su único maestro. Profesionalmente se inició en las reuniones de aficionados de la Alameda de Hércules.

Allí según sus relatos "había siempre ocho o diez cantaores, otras tantas bailaoras y cuatro o cinco guitarristas. Y había que cantar con tos, que ésa era la gracia. Y tirarse de fiesta toa la noche. Y el día. Y te daban cuatro o cinco duros y con eso tenías que vivir". 

Sobre sus fandangos manifestaba: "Yo hago tos los cantes y conozco tos los cantes. Aunque parece que lo que más ha quedao han sío mis fandangos. En mis fandangos lo difícil esté en el final. Hay que recortar, y decirlo tó en un momento. Mi cante es recortao, no se puede alargar".


Su discografía es muy extensa, sobre todo junto al guitarrista Niño Ricardo, y en ella da muestras de su amplio dominio de los cantes, pues aunque el 80 por ciento de sus grabaciones son de fandangos y bulerías, también hay cortes de alegrías, farrucas, estilos de ida y vuelta y soleá.

Pero casi toda su obra está descatalogada. Como su memoria. Porque Antonio Pérez Guerrero es otro maestro desdeñado en esta tierra de los olvidos.